sábado, 17 de marzo de 2012

Día 5 - Etapa 3. Errachidia - Merzouga.


La tercera etapa la podemos definir como “la etapa de descanso” por ser el día de menor kilometraje, o como la más bonita y emotiva por el acto de entrega del material escolar.


 Antes de entrar a las pistas, la caravana se dirigió a una escuela para entregar el  material. En el tramo de enlace a la escuela íbamos tan contentos por tener el coche “full” de nuevo, que al llegar a la escuela y mientras esperábamos turno para aparcar, no observamos que la temperatura del coche había subido debido a que el ventilador no arrancaba. El resultado, calentón a 130º de temperatura (y porque no marca más) y el coche haciendo la cafetera. El problema era que los cables se desconectaban, así que mientras David colocaba una regleta, yo llevaba las cajas de material a la escuela. Material que todos los participantes fuimos amontonando en una clase, acumulando en total más de 1400 kg. Solventamos el problema a tiempo para no perdernos el emotivo acto que la Asociación Camino del Sur, encargada del reparto de la ayuda, junto con los niños de la escuela, nos tenían preparado. Estuvo muy bien, primero unas palabras de un Delegado de Gobierno, del director de la escuela, de las simpáticas chicas de la Asociación y seguidamente, los niños cantaron unas canciones, una de ellas un divertido rap. Después se hizo un acto simbólico de entrega, donde los niños nos entregaban el dibujo de un panda, echo por ellos, y  nosotros parte del material.





Una vez finalizado el acto solidario, un tramo de carretera que pasaba cerca del Valle del Ziz nos llevaba al CP (Control de paso) de salida a pistas. Pese a ser una etapa con poco kilometraje fue de las más completas, primero el paso obligado para los 4x4 de un oued arenoso, un CP secreto, por no decir escondido, y una parte final de tramos con arena que nos llevaban al campamento, donde estaba el CP de llegada. Llegamos con tiempo suficiente para comer antes de dirigirnos a la prueba de dunas, pero la cerradura del portón trasero no quiso abrirse y tuvimos que descargar el coche por las puertas delanteras para poder liberar el cierre y reparar, yéndonos a la prueba de dunas con el estómago vacío. Fuimos de los últimos en pasar por la prueba, con roderas profundas y el sol de cara. A diferencia del año pasado, las dunas no sólo se cruzaban  por sus lenguas y se pisaba más arena, provocando que muchos pandas tuvieran que ser eslingados, hecho que suponía perder muchos puntos. La prueba salió bien, aunque en algunos pasos llegamos a lo duro por los pelos y balanceando el coche desde dentro para acabar de pasar.


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